lunes, 4 de mayo de 2020

La Gran Guerra del Anillo y el misterioso objeto de poder que la provoca

En El señor de los anillos, el objeto de poder que hace que los bravos protagonistas anden de cabeza es símbolo del pecado y por consiguiente de la muerte.

No obstante, en el prefacio de su gran obra maestra, Tolkien confesó que detestaba la alegoría y que El señor de los anillos carecía de mensaje oculto. Pero su fe católica transpira por los poros de su gran novela de caballerías, siendo copiosas las semejanzas que se observan entre las inolvidables aventuras de los hobbits y los dramáticos sucesos narrados por los evangelistas.

Sea como fuere, el anillo, en la citada obra de Tolkien, es lo que aparta a los hombres de lo recto y de lo justo. Es traicionero, consume a su portador y lo conduce a la muerte. Por eso advierte el mago Gandalf, que ante todo es sabio, que "los anillos no deben usarse a la ligera". La traducción alegórica, que encaja perfectamente con el sentido de las palabras del mago, viene a ser la siguiente: El pecado no debe tomarse a la ligera. Interpretación que el propio Frodo comparte a gritos: "¡Es horrible el poder del Anillo. Ojalá nunca lo hubiese encontrado!". Finalmente, el mismo creador de la Tierra Media, en el pórtico de su magna obra, revela para qué sirve el misterioso objeto de poder que a todos tienta: "Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas"...

Curiosamente, San Pablo afirmó en su carta a los colosenses que Dios "nos rescató del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados" (Col 1, 13-14). Además, quienes no son de Dios, yacen bajo el poder, o la sugestión, del Anillo, esto es, del Maligno (1 Jn 5, 19), llamado en el libro del Apocalipsis (12 ,9) "el seductor del mundo entero". 

En otro lugar, el autor de los Hechos de los Apóstoles afirma que Jesús se manifestó a los hombres para que éstos abran "sus ojos y así se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios" (Hch 26, 18). Y el mismo autor, que es el propio Lucas, en su evangelio, afirma que Cristo nació "para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte" (Lc 1, 78).

En conclusión, la relación entre el Pecado y el Anillo en la gran obra de Tolkien no es mera coincidencia. En este sentido, su Gran Guerra del Anillo, que es una contienda tremenda en la que "todos los hombres de bien", en palabras de Faramir, se unen para presentar batalla a la encarnación del mal, es una lucha cruenta y encarnizada, sin duda, pero sobre todo es una lucha espiritual.

Y así lo advierte el viejo Gandalf al comienzo de la obra, y Frodo al término de la misma. Pues el anillo, osea el pecado, "es mucho más poderoso de lo que me atrevía a pensar en un comienzo, tan poderoso que al final puede llegar a dominar a cualquier mortal que lo posea. El anillo lo poseería a él". Y esto es a lo que el mago llama el terrible peligro (en el capítulo segundo del libro primero, titulado La sombra del pasado). 

Ese Gran Peligro mencionado de nuevo al final de la epopeya, en Los Puertos Grises, cuando Frodo revela que ha escrito su Historia de una Ida y de una Vuelta precisamente para que las gentes recuerden siempre que, en torno a los vivos, acecha un león rugiente, buscando a quién devorar.


1 comentario:

  1. La trilogía de El Señor de los anillos, efectivamente una gran obra llena de mensajes, de luz y sombras, del bien y del mal... Pero aún así nunca antes la hubiera visto desde el punto de vista en la que describes en tus artículos, como lo es el pecado en este mundo y la falta de Fe,que me has hecho recuperar, gracias por tus artículos

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