viernes, 3 de abril de 2020

Jesús es la Resurrección y la Vida. La historia no está escrita y la muerte no es el final

Pese al show mediático del tiranovirus, de la histeria colectiva que han provocado los gobiernos y sus perros de la prensa y la televisión, y de las medidas restrictivas que se han tomado -que apuntan hacia un control absoluto de la población mundial-, la historia no está escrita y la muerte no es el final. Lo cual significa que no hay que tener miedo a los que únicamente pueden matar el cuerpo, pero ni soñar con matar el alma. De condenarnos ya nos ocupamos nosotros solos sin ayuda de nadie. Con todo, muchas personas necesitan en estos días palabras de esperanza. Y aunque no sabemos si seremos capaces de impedir el nuevo orden mundial, inaugurado por este nuevo 11S, al menos tenemos la convicción de que Dios actúa en silencio y pacientemente.

Por eso el pasaje de la reacción de Jesús ante la muere de su amigo Lázaro es una preciosa lectura en estos días caóticos en los que se deciden los días futuros de la humanidad.


JESÚS ES LA RESURRECIÓN Y LA VIDA

Había un enfermo que se llamaba Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro había caído enfermo. Entonces las hermanas le enviaron este recado: "Señor, tu amigo está enfermo".
Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.


+Reflexiones sobre el comentario:
-Reflexión del Evangelio.
-Domingo V de Cuaresma.



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