Los juegos del hambre es ya un fenómeno literario y cinematográfico imparable. Su enorme fama es, a mi juicio, bien merecida, pues sin ser una obra maestra es mucho más de lo que promete. El primer libro de la trilogía, este volumen que presentamos (y al que siguen En llamas y Sinsajo), ha sido una sorpresa para mí. Al igual que su adaptación al cine: conseguida, sutil, muy entretenida... La obra original de Suzanne Collins, que como quedó dicho está arrasando, posee un planteamiento tan brutal como inteligente, bebiendo de multitud de referencias literarias y de mitos clásicos. Los juegos del hambre me ha convencido verdaderamente, pero he escuchado comentarios acerca del libro, y de la película, injustos, superficiales y tristemente tópicos. Es una lástima, porque Los juegos del hambre es una novela magnífica.
Argumento
Nos situamos en Panem, un "país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica" (p. 27). Organizada en 12 distritos, cuya capital se hace llamar el Capitolio, esta nación ficticia es el resultado de una prolongada decadencia donde el Estado dirige y controla todos los órdenes de la vida de sus ciudadanos. La historia se sitúa, por tanto, en un régimen totalitario.
Uno de los recursos de represión que utiliza el Estado de Panem para someter a sus habitantes son los llamados juegos del hambre. Cada año, el día de la cosecha, dos jóvenes (un chico y una chica de entre 12 y 18 años) son elegidos por sorteo de cada distrito para participar en los juegos. Los participantes, conocidos como tributos, son forzados ha competir en un reality show en el que solo uno puede vencer, y cuyo objetivo es asesinar a los demás y quedar el último. Obligados a una feroz lucha de supervivencia que será seguida con fervor por la audiencia del Capitolio. Los juegos, de esta manera, forman parte de la simbología del Estado totalitario, y son celebrados con la intención de recordar a los habitantes de Panem la rebelión aplastada por parte del Gobierno que arrasó el distrito 13 para que no se vuelva a repetir. Los tributos son, pues, un sacrificio que hacen los distritos en forma de hijos para recordar que la desobediencia o la rebelión será castigada.
En este marco político se mueve la protagonista de Los juegos del hambre, Katniss Everdeen. El día de la cosecha, y de manera inesperada, su hermana pequeña (Prim) es escogida para participar en el reality, pero Katniss, que ha cuidado de ella y de su madre "desconectada" desde el accidente en el que murió su padre, se ofrece voluntaria para participar en los juegos. A partir de entonces seguiremos los pasos de la valiente protagonista y su particular lucha por la supervivencia.
De entre los personajes que marcarán su devenir destacan Peeta Mellark, el compañero de distrito seleccionado para acompañar a Katniss en los juegos, y que se enamora de ella, y el mentor de ambos, Haymitch.
Apuntes de los Juegos del hambre
En primer lugar, Los juegos del hambre es un libro con envoltorio juvenil, o para todos los públicos —a pesar de su oscuro planteamiento—, pero con mensaje adulto. La novela es desde luego un verdadera alegoría política y moral.
Por otro lado, no estamos ante una obra juvenil, aunque se relacione necesariamente el contenido con los personajes de la obra (en este caso adolescentes). Tampoco es una obra feminista, simplemente su protagonista es una mujer. Y por supuesto, no es del todo cierto que sea una heroína, pues se ve obligada a matar a otros (convenientemente dibujados por Collins como indeseables), más allá de su valiente acto de sustituir a su hermana en los juegos.
Varias son las vías de reflexión que abre el libro:
- La moral llevada al extremo en una lucha por la supervivencia.
- La cobertura televisiva —y el seguimiento del programa— de un acto atroz como es la lucha a muerte de un puñado de jóvenes que son obligados a matar a otros.
- La perversión de la telebasura y la degradación moral de los que siguen sistemáticamente sus contenidos, evidenciado en la extravagante vida de los ciudadanos del Capitolio (sociedad hedonista, barroca en el lujo y el vestir, superficial y preocupada por la imagen exterior, anestesiada moralmente...).
- La falsedad de los sentimientos mostrados públicamente para conservar una imagen determinada.
- Las formas de conservación del poder de un Estado absoluto mediante la falsa ilusión de la esperanza arrojada a los ciudadanos.
Esta y otras cuestiones son planteadas por Los juegos del hambre. Pero me gustaría profundizar un poco en algunas de ellas, pues Suzanne Collins presenta los problemas pero después no exprime los dilemas que les siguen. Por ejemplo:
Es cierto que en el caso de la lucha por la supervivencia llevando los sentimiento al extremo, a la pregunta de qué ocurriría si los dos últimos participantes están enamorados o han desarrollado una importante amistad (Katniss y la negrita), Collins lo resuelve haciendo que los personajes opten por no combatir y piensen en el suicidio.
Sin embargo, la relación entre la rebelión y la esperanza se mantiene en un equilibrio tan sutil que un determinado incremento de la segunda puede provocar la primera, y así se lo hace saber el Presidente de Panem al director-realizador televisivo de los juegos, al que posteriormente le cuesta la cabeza no haber sabido interpretar la orientación del poder. Pero la pregunta significativa es la siguiente: ¿El director es fulminado porque decide dar a la audiencia lo que pide en vez de sacrificar el favor del público por el bien del régimen, o simplemente es un ignorante al capricho de la audiencia al que la política le supera?
En este sentido, el show es lo más importante siempre y cuando no erosione los cimientos del Estado, dando al pueblo esperanza real de escapar de la tiranía. La caricatura de los habitantes del Capitolio no es casual, es un paso de degradación moral definitivo en el que los que en él se sitúan son incapaces de comprender los problemas y sentimientos de los demás. La telebasura contribuye a ello de manera especial porque sus contenidos van dirigidos a las pasiones de la audiencia, a la dimensión visceral del público, a su parte animal. (He tratado estas cuestiones en La cultura en las series de televisión). Así pues, nos encontramos con que Los juegos del hambre es el circo romano donde se daban muerte los gladiadores, es el pan y circo para la muchedumbre, es el show que necesita el pueblo para no pensar más de la cuenta y no dar problemas. Los gladiadores son una fuente segura de Suzanne Collins para elaborar esta obra, pero también 1984 de Orwell y su opresiva sociedad del Gran Hermano (que tan cerca parece de hacerse realidad), o el mito griego de Teseo en relación a los tributos.
Finalmente, Los juegos del hambre, tanto en su versión literaria como cinematográfica, es una obra muy interesante. El estilo de Suzanne Collins es sencillo y efectivo, aplicando ritmo a la historia para hacerla adictiva, escrita en presente y primera persona. Destaco las 20 páginas magistrales del primer capítulo. Pero como ha quedado dicho, además del argumento brutal, sangriento y oscuro de Los juegos del hambre, y de disfrutar enormemente una historia de aventuras muy entretenida, descubrimos que lo mejor del mismo es la alegoría moral y política que encierra. Suzanne Collins, enhorabuena.
FICHA
Título: Los juegos del hambre
Autor: Suzanne Collins
Editorial: Molino
Otros: Barcelona, 2012, 400 páginas
Precio: 18 €
—Los juegos del hambre
—En llamas
—Sinsajo
Tremendo comentario Luis. No he leído el libro pero sí he visto la película y no me había fijado en el fondo de la misma. La gente en el cine cuando veía a las gentes del Capitolio decían "pero esto qué es" y se reían de los disfraces. Ya veo que todo tiene su porqué y que la caricatura de esos individuos refleja otras cosas.
ResponderEliminarPuede ser todo eso y mas, pero no creo que la autora pensase mucho en plantear temas morales. El libro es muy ameno, engancha, pero es simple a mas no poder, superficial y en algun momento da un poquillo de vergüenza ajena. Aun asi me he cogido el segundo, me lo leere encantada y lo disfrutare, pero con esa sensacion de lo que podia haber sido y no fue.
ResponderEliminarHola Anónimo.
EliminarEs cierto que Los juegos del hambre es un libro sencillo a nivel narrativo y estructural. Pero la sencillez no está reñida con la profundidad temática. Y en este caso el trasfondo político y moral es evidente. No estoy diciendo que la obra tenga varias capas de lectura, sino que su mensaje es muy claro. Las claves las he dado en el comentario del libro de Suzanne Collins, por eso no estoy muy seguro de que lo hayas leído. Si no es así, presta atención a cómo trata la autora la división territorial en forma de clases y cómo interpela al lector con el programa de televisión (centro del relato). Como habrás leído el libro, sabrás que Katniss no lucha únicamente por sobrevivir, pues su lucha trasciende su propia vida al convertirse en un personaje rebelde que agita la resistencia frente al Capitolio.
Esperar una obra maestra de Los juegos del hambre, o de Crepúsculo (aunque sean muy diferentes), o de sagas por el estilo, no es serio; por tanto, el desencanto no debería darse. Sin embargo, a mí Los juegos del hambre, dentro de la literatura de masas a la que pertenece, me ha llegado a sorprender.
Creo que terminare de leer tu comentario cuando leea el libro por que has despertado mi curiosidad y al adentrarme en tu comentario veo que hay detalles que no quiero descubrir antes de tiempo.
ResponderEliminarPerfecto. Así puedes disfrutar por tu cuenta y aclarar tus propias impresiones. Luego siempre puedes volver aquí y comentar qué te ha parecido.
EliminarLuis es la primera vez que leo tu blog, pero debo decirte que concuerdo ciento por ciento contigo en el análisis que has desarrollado sobre la obra de Collins. Yo y una compañera de facultad hemos podido leer los tres tomos de la historia y nos pareció interesante, entretenida y muy rica en análisis y reflexiones, aplicando siempre conceptos de nuestra carrera (Historia) para transpolarlo incluso a la realidad actual. Un saludo grande. Migue
ResponderEliminarGracias, Migue. Yo sólo puedo hablar de Los juegos del hambre porque sólo he leído el primer volumen de la trilogía, pero es innegable que éste es una parábola política en toda regla. Y no me extraña que se esté leyendo en algunas facultades por su actualidad y su riqueza temática.
EliminarVuelve por aquí pronto. Un abrazo.