domingo, 29 de noviembre de 2020
Tito Andrónico de William Shakespeare
jueves, 26 de noviembre de 2020
El explorador Reiner Geist (primera parte)
Los tres aldabonazos retumbaron como las pisadas de un rinoceronte iniciando una embestida. Segundos después, volvieron a vibrar las paredes de la casa, debido a otra ristra inmisericorde de manotazos. Al otro lado de la puerta se oía refunfuñar a un hombre, peleado con los objetos que poblaban su valija: no encontraba las llaves de la puerta.
Con miedo al principio pero con regocijo al final, los habitantes de la casa se acercaron hasta la entrada principal. El primero de ellos fue Teo.
—¡Es el abuelo! ¡Ya está aquí el abuelo Reiner! —exclamó el niño, al saber que su admirado abuelo regresaba por fin después de un largo viaje. Y abrió él, entusiasmado, antes de esperar a que su madre o su abuela se adelantaran. En esas circunstancias no le reñirían.
Por más que había visto a su abuelo, al niño le seguía impresionando vivamente aquel hombre. Sin duda seguía siendo corpulento a pesar de la edad, que su nieto creía legendaria. Parecía medir casi dos metros de alto. De tez albina y cabello rojizo, el niño nunca lo había conocido sin lucir su espesa y sublime barba bermeja o sin llevar elegantes trajes hechos a medida, complementados en todo momento con pañuelos estampados de colores llamativos y corbatas o pajaritas originales. Y raras veces lo había visto, además, sin sus distinguidos sombreros, de los cuales poseía docenas, de todos los modelos imaginables y comprados en los más exóticos países. Con todo, lo que más le impresionaba con diferencia del abuelo Reiner era su potente voz, recia como la de un barítono, que amplificaba su eco poderoso cuando hablaba con pasión inusitada de todo lo que le atraía o interesaba. Y sin embargo aquel hombre era afable y noble, de trato dulce y exquisito, como los dátiles que a menudo les traía de Argelia. De hecho, una pincelada en su rostro revelaba sin lugar a dudas ese talante suave y cordial: unas mejillas sonrosadas que aparentaban polvos encarnados a modo de colorete.
martes, 24 de noviembre de 2020
El caso Alcàsser: la serie documental de Netflix
Dicho esto, he visto la serie que la plataforma audiovisual Netflix, de claro sesgo ideológico, estrenó en junio de 2019 sobre el horrible caso. Las formas son respetuosas y la factura técnica es muy buena, pero quiero hacer algunas observaciones sobre el contenido, y no tanto sobre el tono o la calidad de edición de dicha serie, aunque reconozco que los saltos temporales no ayudan a esclarecer las responsabilidades criminales.
viernes, 20 de noviembre de 2020
El Ángel Caído del Retiro
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Las crónicas de Narnia (I): El león, la bruja y el armario de C. S. Lewis
Clive Staples Lewis es un referente inexcusable de la narrativa fantástica, y uno de los grandes escritores en lengua inglesa de literatura infantil y juvenil. Fue crítico literario, novelista, ensayista, académico y buen amigo de Tolkien, con el que además compartió creencias religiosas y una gran afición por la mitología nórdica. Junto a otros académicos y escritores, apasionados igualmente por la literatura, formaron un cenáculo literario asociado a la prestigiosa Universidad de Oxford llamado Inklings.
jueves, 12 de noviembre de 2020
Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa (1851-1921) fue una mujer extraordinaria nacida en La Coruña a mediados del siglo XIX. De joven leía vorazmente a Cervantes y Homero, la Sagrada Biblia y Víctor Hugo. Poseyó un hambre intelectual fuera de serie y fue católica por la gracia de Dios a pesar de ser muy abierta de mente. Pronto se alejó de las ideas liberales de su familia, reconociendo el error inherente a las mismas, acercándose después al tradicionalismo carlista. Por esa razón desaprobó el parlamentarismo, que derivaba siempre en caciquismo, denunciado por la escritora gallega en tantas de sus obras. Los Pazos de Ulloa es su gran obra maestra. Escrita en un estilo que oscila entre el naturalismo y el realismo, la gran novela de la condesa refleja su enorme cultura, su gran intelecto y su admirable destreza para ejecutar tamaño ingenio.
sábado, 7 de noviembre de 2020
La democracia en América de Alexis de Tocqueville
Los Estados Unidos de América nacen formalmente el 4 de julio de 1776, fundados en la creencia en un Dios creador, y en el respeto a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Han pasado desde entonces casi dos siglos y medio y la nación americana se ha convertido en la primera potencia mundial. Sin embargo, desde la Guerra de Secesión (1861-1865) el pueblo norteamericano jamás ha atravesado una crisis tan grave como que la que ahora atraviesa. En las recientes elecciones generales, celebradas el 3 de noviembre de 2020, el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha denunciado el escandaloso fraude plebiscitario perpetrado a favor del Partido Demócrata. Y ha recordado que «los votos legales deciden al presidente, no los medios de comunicación». Pero este hecho no parece importarle a casi nadie. No interesa la verdad, revele lo que revele. Porque la televisión es Dios, y es Ella quien decide qué es verdad y quién es el presidente.
Al respecto de este gran país, el 2 de abril de 1831 el pensador francés Alexis de Tocqueville fue enviado por su gobierno al continente americano para examinar de cerca al gran país useño. Permaneció allí casi un año. Al regresar, creyó oportuno plasmar sus impresiones y compartirlas con el público. Lo que entregó a las imprentas fue un clásico del pensamiento político, La democracia en América, publicado en dos partes o volúmenes, en los años 1835 y 1840, respectivamente. Creía, y acertaba sin duda, que algunos aspectos de su descripción podían tener un gran interés, incluso un interés de actualidad.