El
distinguido filósofo británico Bertrand Russell veía en los educadores a los
guardianes de la civilización. De entrada no perece posible impugnar fácilmente
esta observación, si no fuera porque los educadores compartiríamos misión con
militares, sacerdotes y profetas —lo cual provoca en principio cierto vértigo—;
aun así, ¿cómo negar la importancia fundamental de la educación?