Desapareció una noche es el segundo thriller de Dennis Lehane que comentamos en La Cueva. Y en este caso, la denuncia social es clara: la desaparición de un niño y el dilema moral de quién debe hacerse responsable de un niño con un hogar problemático. Dennis Lehane crea, una vez más, una trama oscura, apasionante y compleja. Pero yo tampoco me perdería la brillante adaptación de la novela llevada al cine por Ben Affleck con el título de Adios pequeña, adiós (2007). Ambas obras son notables, pero el debut detrás de las cámaras de Affleck es más que prometedor. Un director con mucho gusto para filmar, para escoger las historias y con guiones muy sólidos.
Pronto expone Lehane el asunto que trata en Desapareció una noche, y con ese material sabemos que vamos a sumergirnos en una investigación policial:
«En este país, según las estadísticas, desaparecen al día dos mil trescientos niños.
Casi todos son secuestrados por uno de sus progenitores, que por lo general están separados, y en más del cincuenta por ciento de las ocasiones, nunca se cuestiona el paradero del niño. A la gran mayoría de estos niños los devuelven en el plazo de una semana.
Los fugitivos representan otro porcentaje de esos dos mil trescientos niños. Una vez más, gran parte de estos niños no desaparece por mucho tiempo y suele conocerse o adivinarse el paradero enseguida, en muchos casos se trata de la casa de un amigo.
Otra categoría de niños desaparecidos es la de los rechazados, tanto aquellos que han sido expulsados de sus casas, como quienes habiéndose escapado de casa no son objeto de búsqueda por parte de sus padres. Éstos son, a menudo, los niños que llenan albergues, estaciones de autobuses, esquinas del barrio chino y que, finalmente, acaban en la cárcel.
De los más de ochocientos mil niños que desaparecen por año en el país, sólo entre tres mil quinientos y cuatro mil pertenecen a la categoría de lo que el Departamento de Justicia califica de secuestros no familiares, o casos en los que la policía desecha enseguida la posibilidad de secuestros familiares, fugas, expulsión de los padres, o que el niño se haya perdido o esté herido. Trescientos de estos niños desaparecidos al cabo del año, nunca vuelven.
Nadie, ni padres ni amigos ni los responsables de aplicar la ley ni las organizaciones de asistncia al niño ni los centros para gente desaparecida saben dónde van a parar. A la tumba, es posible; a los sótanos o a las casas de los pederastas; al vacío, quizás, a alguno de los agujeros en la estructura del universo desde donde nunca jamás volveremos a tener noticias de ellos.
Donde sea que vayan a parar esos trescientos, siguen estando desaparecidos. En ese momento impresionan a cuantos han oído hablar de su caso y obsesionan, durante mucho más tiempo, a quienes los quieren.
Al no dejar atrás ningún cuerpo, al no existir ninguna prueba de su muerte, no mueren. Nos mantienen pendientes del vacío.
Y siguen estando desaparecidos». (pp. 17-18)
Amanda McCready, una niña de cuatro años, ha desaparecido de su habitación una noche. Nos encontramos, como en todas las novelas de Lehane, en Boston; concretamente en un barrio peligroso. Ben Affleck nos introduce en el entorno con una voz en off y unas palabras precisas. La madre de la niña, alcohólica y drogadicta, Helena McCready, la ha dejado acostada y se ha marchado a casa de su vecina y amiga. Lionel y su mujer, los tíos de la niña, contratan a dos jóvenes detectives privados para que sumen fuerzas con la policia y encuentren a la niña: Patrick Kenzie y Angela Gennaro, que además son pareja. La elección de Lehane de dos personajes jóvenes no es arbitraria. El autor trata de contrastar el idealismo de Patrick con el pesimismo de la edad madura del capitán Jack Doyle (Morgan Freeman en la película).
A partir de aquí se desarrolla una historia que poco a poco, en vez de aclararse, se va enturbiando. Lo que parecía un relato criminal convencional en el que los buenos persiguen a los malos y obtienen lo que persiguen, se convierte en un asunto complejo con un dilema moral que absorbe y compromete al lector (o telespectador) por entero.
El secuentro con el que se inicia Desapareción una noche no resulta ser lo que parece, como nada en las obras de Dennis Lehane (sino una excusa para preguntarnos por los motivos de realizar una acción así. Y el dilema surge cuando un secuestro se fuerza creyendo estar haciendo una buena obra, haciendo lo correcto). Supo ver muy bien las cortinas de humo de Lehane Martin Scorsese, adaptando Shutter Island, y lo ha clavado Ben Affleck con Adiós pequeña, adiós. Tenemos que envolvernos en los secretos de una sociedad que aparenta normalidad, en los rincones oscuros de ésta, en la corrupción de las fuerzas del orden, en la descomposición moral de todos lo que nos rodean... Y al final, la floración de la tragedia y un anticlímax genial.
Hay que leer Desapareció una noche y ver Adiós pequeña, adiós. Con giros bien situados en la trama que dan profundidad a la historia, hay que acercarse a estas notables obras con atención. Dejarse empapar por la investigación del secuestro de la niña y desear incluso resolverla nosotros mismos. Brillante adaptación y debut como director de Ben Affleck, apasionante novela de Dennis Lehane.
Otras obras de Dennis Lehane comentadas en La Cueva
—Shutter IslandFICHA
Título: Desapareció una noche
Autor: Dennis Lehane
Editorial: RBA
Otros: Barcelona, 2010, 560 páginas
Precio: 21 €
No hay comentarios:
Publicar un comentario