Ya
va siendo hora de desnudarme públicamente. Me he preguntado muchas veces por el
sentido que tenía esforzarse titánicamente en mantener un blog sobre libros.
Hay libros de muchos colores, tantos como lectores. Hay personas que leen entre
líneas y personas que no lo hacen. Hay quien lee sólo para entretenerse y quien
lo hace además –o exclusivamente- para educarse. Y reconozco que algunos libros
no ayudan mucho a educarse en las virtudes humanas.
Me
confieso cristiano, y en este último año “casi” católico. Ha sido una evolución
natural y tranquila, gracias a Dios. No tengo sin embargo ninguna duda de que
la fe católica es la verdadera, ninguna, pero mi “casi” se debe a que hasta hoy
no he reunido las fuerzas suficientes para integrarme en la liturgia. Con 27 años
y en este mundo hiper-materialista, hiper-tecnologizado e hiper-asquerosamente
apartado de Dios, no es fácil renunciar a algunas cosas. No me disculpo. Otros
han hecho más con menos.
Pero
me he dado cuenta de que La cueva de los libros es una herramienta para acercar
a otras personas la Luz que a mí me arrasó cuando me enamoré de una mujer que
llevo grabada en mi piel hace más de siete años, y a la que descubrí su
identidad mediante la razón y el corazón en un caminar suave pero vertiginoso.
Apenas rezo a diario y por tanto mi fe no es fuerte, pero reconozco en Jesús al
Hijo de Dios Vivo.
Que
yo pueda renunciar pasado mañana a su amistad, no tumbará esa realidad, sólo
pondría en evidencia mis debilidades y bajezas. Y aunque no sé qué me va a deparar la
vida, a lo largo de ella confío en llevarlo a mi lado.
Por
las razones anteriores La cueva de los libros no puede continuar dando a la
gente que entra a ella un alimento en forma de libros que no son verdadero
alimento, sino que debe dejar entrar –superando el desprecio y la incomprensión
de los no creyentes- obras que sirvan de fertilizante para la fe de los que
creen y, como eco lejano pero tenaz, para los que aún no creen. Pues hay muchos
que conservan un corazón vivo pero rechazan a Dios sin saberlo.
En
consecuencia, no aparcaré el tipo de obras literarias que he venido comentando
en La Cueva –pues también puede haber lugar para el descanso y la diversión-
pero las obras de apología cristiana y religión serán más frecuentes; y en este
sentido girarán los demás comentarios de cualquier obra, literaria, cinematográfica
o pictórica. Para bien o para mal, en principio no hay un plan sistemático para profundizar en estos temas.
Con todo, el
motivo de este anuncio tan íntimo es la renuncia del Santo Padre Benedicto XVI
al pontificado, ayer 11 de febrero de 2013. Lo cual esperaba de alguna manera aunque
me haya sorprendido e incluso dejado helado. Su decisión histórica -aquí no hay
discusión posible- es un ejemplo para los poderosos laicos que gobiernan el
mundo y un acto de grandeza y humildad. El vicario de Cristo en la tierra ya no
tiene fuerzas para ejercer adecuadamente su ministerio, y eso que ha plantado
cara con valentía y sencillez a los soldados de Satanás que agitan por dentro
la Santa Madre Iglesia ensuciándola.
Realmente un artículo precioso. Gracias por compartir el sentir del Papa Emérito Benedicto XVI
ResponderEliminarGracias a usted. Espero que sigan siendo de su agrado los próximos artículos relacionados con estas cuestiones.
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