EXMA.
SRA. Alcaldesa:
Permítame
que me dirija a usted personalmente por un asunto que tiene que ver con la
imagen de nuestra hermosa ciudad de Albacete. O mejor dicho, con el menoscabo
que supone para cualquier albaceteño la colección de «obras de arte» que afean
las calles de este tranquilo y orgulloso pueblo manchego.
Me
refiero, doña Carmen, a la famosa «Garra» que puede contemplarse en una de las
rotondas del Paseo de Circunvalación. A las «almas en pena» que cerca de
allí ocupan otra rotonda. A la escultura situada en un extremo del Paseo de la
Libertad, conocida como «La Nudista». A los numerosos hierros retorcidos
repartidos a lo largo y ancho de nuestra hermosa villa…
Doña
Carmen, usted, estoy seguro, compartirá lo que digo. Cada uno de los ejemplos
anteriores es un agravio para la ciudad de Albacete. Una mancha para los
naturales, los cuales se las ven y se las desean para justificar ante quienes
visitan la capital manchega semejantes aberraciones artísticas. En nuestra
ciudad se come de maravilla, se pasea tranquilamente y sin estrecheces, es
patente el orden y la limpieza, se ofrece un abanico de eventos culturales
notable —sumando cine, artes escénicas, música, exposiciones, conferencias, universidad,
museos, librerías—, la Iglesia todavía conserva su arraigo y cuenta con
hermosos monumentos de los que podemos presumir con decencia: Catedral de San
Juan Bautista, antiguo Chalet Fontecha, Plaza de Toros, Recinto Ferial, Museo
Municipal de la Cuchillería o el impresionante Pasaje Lodares.
En
cambio, la «Garra» del Paseo de la Circunvalación no tiene ni pies ni cabeza.
Créame, doña Carmen, que no es preciso contar con formación artística para
sentir rechazo ante la imagen de semejante pieza. O ante la grotesca «Nudista»
del Paseo de la Libertad. Cuantas personas he oído manifestarse acerca de una u
otra, lo han hecho con profundo desagrado. Porque ambas «obras de arte» son
desagradables, porque ninguna despierta emoción en quienes las contemplan, como
corresponde al objeto artístico auténtico, que siempre debe trascender y
mostrar la maestría de su autor.
Así
pues, ¿puede sentirse orgullo un albaceteño de mirar cada día, mientras se
mueve por su ciudad, esculturas y obras tan decididamente antiestéticas? ¿Puede
presumir con pundonor y amor propio el natural de Albacete de estas modernas y
a la vez espantosas creaciones, quien sabe si simples zumbas, o algo mucho
peor, materializaciones de perversas ideologías? ¿Debemos ver con buenos ojos,
en definitiva, que semejantes obras, que habrán costado muchos miles de euros y
son fruto de oportunistas sin talento, sin formación y sin honradez
intelectual, locales o ajenos, atavíen nuestras ciudades y pueblos?
En
vísperas de la inauguración del Museo de Arte Realista, Albacete no puede lucir
en sus calles este tipo de esculturas aberrantes. Ponerse al día, doña Carmen, usted
lo sabe tan bien como yo, pues usted no las puso, no es comulgar con el
sinsentido del arte moderno. Con la estafa del mal llamado arte contemporáneo.
La fealdad no ha sido nunca plato de buen gusto en las bellas artes, y las
calles de ninguna ciudad son lugar para exhibir esculturas como las que
Albacete padece. Si como Picasso, los artistas, promocionados por las
instituciones, no crean lo que ven, sino lo que piensan, lo que piensan debe
ser naturalmente extensión y causa del envilecimiento actual.
Le
suplico, por tanto, que no tenga usted, doña Carmen, parte en todo ello.
Recupere la dignidad de Albacete retirando esas aberraciones artísticas.
Quiera
Dios que así sea y que la guarde a usted muchos años.
En Albacete, a 15 de
marzo de 2013
* La carta fue respondida una semana después (el 24 de marzo de 2015) por don Antonio Contreras Almendros, Jefe de Gabinete de la Alcaldía, asegurándome que la sugerencia había sido trasladada al Concejal de Cultura para estudiar mi propuesta. Doy por hecho que no harán nada, aunque preferiría equivocarme. Desde la Oficina de Turismo se "promocionan" este tipo de obras con carteles en las calles. Si finalmente resulta que estoy en lo cierto, me quedará la esperanza de que algún Quijote se ponga con ellas y las reduzca a pedazos. Pues nadie en su sano juicio concibe que de la chatarra se hagan monumentos.
¡Qué razón llevas Luis! Es bochornoso pasear por Albacete y ver esas chatarras convertidas.. ¿en qué? ¿el nombre absurdo que ellos hayan querido ponerle? ¿la garra es una atmósfera? qué ridículo, no entiendo nada. Conozco a muchísima gente que habla mal de todas las esculturas, y no conozco a ningún turista acercarse o hacerse fotos con ellas. Ojalá y pronto las retiren, no merecen estar ahí más tiempo. Afean la ciudad y no tienen ningún sentido, son inútiles.
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