martes, 4 de agosto de 2020

El precio del trono de Pilar Urbano (y IV): Valoración final

Desde la muerte del general Franco, el 20 de noviembre de 1975, el rey Juan Carlos I ha sido el principal actor y dirigente de la política española hasta su abdicación en favor de su hijo, Felipe VI, el 19 de junio de 2014. Durante sus treinta y nueve años de reinado, España ha cambiado enormemente. En algunos aspectos ha prosperado, pero en otros ha retrocedido. En cualquier caso, es el principal protagonista de la más reciente historia de España, ha tratado con los hombres y mujeres más fascinantes y poderosos del mundo, y realizado 241 visitas oficiales a 102 países. Por tanto, no hay duda de que Juan Carlos es una figura de gran relevancia, aunque el vulgo, que de cada materia no conoce más que la parte superficial, prejuzgue, es decir, hable de algo o de alguien sin tener un conocimiento cabal.


El precio del trono de Pilar Urbano es una formidable crónica de un millar de páginas con la que la respetada periodista informa al lector de la calle acerca del ascenso de Juan Carlos I a la Jefatura del Estado español. La forma de trasladar al lector dichos hechos, por medio de escenas vivas y diálogos reales, es tan admirable como el trabajo de investigación y documentación previo, pues ciertamente se tiene la impresión de estar asistiendo a los acontecimientos referidos. Por otro lado, aquí no se juzga si el rey ha dado la talla en todos estos años como la más alta representación del Reino de España. Porque se cuenta principalmente su ascenso, que conllevó como es natural una serie de trámites y sinsabores, esfuerzos y penalidades, que constituyeron lo que Urbano llama el precio del trono.

Así pues, a lo largo de esta extensa crónica, se especifica la infancia y adolescencia de «Juanito», los roces con su padre (el Conde de Barcelona) por la corona, su enlace con SM la Reina Sofía, su relación con Franco y sus ministros, el asesinato de Carrero Blanco y la eclosión de ETA, la turbia diplomacia de Kissinger y los USA, los entresijos del poder y las reuniones del club Bildelberg, el amaño de sufragios, la cuestión del Sahara y la Marcha Verde, la muerte del Generalísimo y la coronación definitiva de Juan Carlos.

Para completar la valoración final de esta obra es necesario hacer algunas observaciones.

En primer lugar, la autora de El precio del trono hace quedar bien al protagonista del relato, es decir, deja en buen lugar al rey Juan Carlos I. Es más, la conclusión a la que se llega tras la lectura de libro es que Juan Carlos es en aquellos tiempos un hombre bueno, espabilado, valiente, que se relaciona con franqueza aunque sabe hacer valer sus bazas.

Por otro lado, se aprecia cierto sectarismo en la periodista. Los afectos al régimen franquista son presentados bajo pinceladas negativas, mientras que los partidarios de la apertura y el sistema democrático gozan todos de un tratamiento más cortés, siendo especialmente irritante la simpatía de Urbano por los enemigos históricos de la monarquía y del régimen franquista, esto es, los izquierdistas que desde dentro de España y desde el exilio conspiraban para derrocar a Franco y los suyos, y que finalmente serán admitidos en la nueva Monarquía parlamentaria. El ejemplo más significativo es el de Santiago Carrillo, loado casi por la autora.

En otro orden de cosas, si bien es cierto que Urbano revela algunos de los mecanismos del poder y ciertos conciliábulos elitistas, omite la influencia que ejerció en este proceso la masonería (aunque los miembros de Bilderberg lo sean). Sociedad secreta que, no se olvide, afirma ser democrática, lo cual, como ha señalado el historiador Pío Moa en más de una ocasión, es un oxímoron. 

Finalmente, como ya se ha dicho, no se valora aquí el reinado de Juan Carlos I, sino el período en el que éste empieza a asumir responsabilidades pero a la sombra todavía de Franco. Como relato de aquellos años ésta es una obra formidable. Pero como toda versión periodística o histórica debe ser leída con cuidado.

No obstante, aprovechando el contenido de este libro, y ya con la perspectiva que otorga el tiempo, es necesario hacerse una pregunta que lo trasciende. En El precio de el trono se informa de los dos pilares fundamentales sobre los que Juan Carlos pretendía asentar su reinado: el primero, ser rey de todos los españoles y no sólo de una parte. El segundo, garantizar la reconciliación efectiva de todos los españoles, que sin embargo ya convivían sin odios ni divisiones. Pues bien, teniendo en cuenta estos principios, al término de su reinado, ¿se ha conseguido esa meta?

No es posible afirmarlo. Por un lado, la izquierda española no es monárquica y ha asumido la actual forma de gobierno, sobre todo desde el presidente Zapatero, a regañadientes. Por otro lado, cuando Juan Carlos abdica en 2014, España se parece cada vez más a un reino de taifas, y la tensión política entre españoles, también desde el infame gobierno del masón Zapatero, se palpa cada vez más en el ambiente. Con todo, el balance del reinado de Juan Carlos no está hecho.

En conclusión, El precio del trono es una excelente narración histórica. Y a pesar de los matices que se quieran, verosímil en el fondo y brillante en cuanto a su forma.


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