El sol de Breda, la tercera entrega de Las aventuras del capitán Alatriste, está a la altura de Limpieza de sangre pero ni de lejos a la novela primigenia de la saga. Arturo Pérez Reverte, a mi juicio, y después de haber releído la segunda y la tercera entrega, a pesar de dominar el lenguaje como pocos, rellenas estas novelas con demasiada hojarasca. No obstante, seguir las andanzas del capitán Alatriste siempre es un lujo.
Limpieza de sangre, como vimos en un comentario anterior de La Cueva, estaba ambientado en la España de la Inquisición española; en el libro que nos ocupa, El sol de Breda, el paisaje es bien distinto: Flandes, en plena guerra, una tierra preciosa mancillada por los gritos, lamentos y blasfemias de miles de soldados enfrentados bajo las órdenes del general don Ambrosio Spínola (del lado español) y Mauricio de Nassau (resistencia holandesa).
Es ésas se halla Diego Alatriste, alistado en el viejo tercio de Cartagena. Bajo el mando del maestre de campo don Pedro de la Daga (alias «Jiñalasoga») y el capitán de escuadra Carmelo Bragado. Entre sus compañeros conocemos a Curro Garrote, Sebastián Copons, los hermanos Olivares y a Mendieta. Íñigo también los acompaña, como mochilero, una unidad encargada de suministrar provisiones a los soldados: pólvora, balas…
El principal acontecimiento que han de vivir estos hombres es el famoso asedio de Breda, en el que participan directamente. También nos encontramos con un motín de las tropas, hartas de no cobrar. Una realidad, por otra parte, que Pérez Reverte sabe ambientar hábilmente.
En cualquier caso, lo importante de El sol de Breda es dar a conocer al lector las guerras de Flandes y sobre todo la maquinaria bélica española, por entonces la infantería más poderosa y temida del mundo:
«El tercio era, en combate, una máquina militar disciplinada, perfecta, en la que cada soldado conocía su oficio; y ésa era su fuerza y su orgullo. Para aquellos hombres, variopinta tropa hecha de hidalgos, aventureros, rufianes y escoria de las Españas, batirse honrosamente por la monarquía católica y por la verdadera religión confería a quien lo hiciera, incluso al más villano, una dignidad imposible de acreditar en otra parte». (p. 124).
El relato es más bien aburrido hasta la mitad del libro, y después mejora para desbarrar otra vez al final. Dos escenas, sin embargo, merecen ser destacadas de El sol de Breda. Una, el momento en el que pican el honor del capitán Alatriste incluyéndolo en un duelo contra cinco holandeses. Este logrado y tenso punto de la narración pone de manifiesto, una vez más, que lo mejor de esta saga es el propio Diego Alatriste. Y dos: el degüello de un hereje que ha de contemplar Íñigo, y que le impulsa desagradable pero imperiosamente al mundo de los adultos, siendo sorprendido por una acción que su juvenil corazón aún no comprende.
Madurando rápidamente con la guerra como maestra, Íñigo nos proporciona una de las reflexiones más hondas de lo que va de saga literaria:
«Allí, solo y de pie ante el cadáver, empecé a mirar el mundo de modo muy diferente. Y vime en posesión de una verdad terrible, que hasta ese instante sólo había sabido intuir en la mirada glauca del capitán Alatriste: quien mata de lejos ignora todo sobre el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiración el adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en sus ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazón ni su conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde». (p.160).
Me quito el sombrero. Y concluyendo ya el comentario, confieso una idea que me ha sugerido esta lectura… Y es que a fin de cuentas, la guerra se reduce a matar para seguir vivo. Al margen de esto, nada tiene sentido; ni patria, ni reyes.
LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN ALATRSITE
- El capitán Alatriste
- Limpieza de sangre
- El sol de Breda
- El oro del rey
- El caballero del jubón amarillo
- Corsarios de Levante
- El puente de los asesinos
FICHA
Título: El sol de Breda
Autor: Arturo Pérez Reverte
Editorial: Alfaguara Editorial
Otros: Madrid, 2004, 262 páginas
Precio: 19,5 €
Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de la muerte… No puede estar mejor escogido el pasaje de esta novela. Poco hay que decir, a estas alturas, del Capitán Alatriste y su saga. Llevo leídas las tres primeras y pienso leerme poco a poco el resto de la serie.
ResponderEliminarSólo comentar que a mí la versión cinematográfica de Alatriste me dejó desencantado. El elenco de actores fue impresiónante, y también por esto quedé aún más desilusionado. De todas formas, salvo de la película la elección de Viggo Mortensen como Capitán Alatriste. De él dijo Pérez-Reverte que Viggo Mortensen no podía estar mejor caracterizado con su faz y porte de golfo cabronazo y pendenciero (o algo parecido, no recuerdo muy bien). En esto estoy con el padre de la criatura y cuando leo a Alatriste no puedo dejar de ponerle el semblante y la figura del Mortensen de la película.