Este libro, breve, no deja de ser un comentario personal a una de las pinturas más fascinantes de la Historia del Arte. En ningún momento del pasado se me había ocurrido escribir algo relacionado con El Bosco, pero el V Centenario de su fallecimiento me acercó de nuevo a sus obras, y este acercamiento dio lugar a reflexiones jugosas y muchos ratos placenteros. Primero me propusieron decir una conferencia. Más tarde se me ocurrió llevar al papel lo que meses atrás había pronunciado sobre el tema y ahora ya se había desvanecido en el aire. En estas páginas, supongo, he querido transmitir cuál creo yo que es el verdadero mensaje del Bosco, precisamente en una época en la que el ocultismo parece impregnarlo todo, tratando de oscurecer lo que de por sí es suficientemente claro.
¿Me estás diciendo que el mensaje del Jardín de las Delicias es obvio?
Digo que no es tan hermético como algunas voces han pretendido.
¿Qué dirías entonces que cuenta el Jardín de las Delicias?
El Jardín de las Delicias es un cuadro religioso, de eso no hay duda. Diría incluso que la intención del autor es moralizante. Como nos enseñan las sanas costumbres del arte occidental, los cuadros de esta clase se deben contemplar de izquierda a derecha, y yo lo que veo siguiendo este orden posee una lógica impecable. Dicho esto, lo que El Bosco a mi entender quiso revelar aquí es el destino de la humanidad, desde el instante en el que abrió sus brazos al pecado hasta su consecuencia final.
¿Ese final es el Infierno? ¿Existe ese lugar?
Ese lugar es el Infierno, sí. La tabla de la derecha permite que hablemos del Infierno con total seguridad. Ahí vemos una ruptura pictórica con respecto a las anteriores tablas, y a nivel de contenido, los castigos y tormentos que están sufriendo numerosos desgraciados. Hay monstruos, gente penando, llamas, demonios, figuras inexplicables y alusiones evidentes a multitud de pecados. Pero me preguntas también por la existencia del Infierno. La Iglesia siempre ha afirmado que allí van a parar los condenados cuando mueren. Y un cristiano de verdad cree firmemente en eso.
¿El Bosco lo era?
¿Cristiano? Desde luego. El Bosco era un fiel seguidor de Cristo. Un sencillo cristiano. Un católico más. Alguien que nació y murió en los estertores de la Edad Media, con las influencias del Renacimiento italiano llamando a las puertas de los países septentrionales. En él se aprecia también un deseo de reforma. La Cristiandad anhelaba desde hacía mucho tiempo un Papa angélico y el movimiento espiritual de Joaquín de Fiore latía en los corazones de los europeos con mayor violencia desde la llegada al Pontificado de los Papas renacentistas. Hay críticas a la Iglesia en la obra del Bosco, sí, pero no por ello la quería menos. Y quien no sepa apreciar la diferencia se confundirá de genio.
Pero sabrás que se ha dicho del Bosco que pertenecía a sociedades secretas, que era un falso cristiano, un hereje.
Sí, claro que estoy al corriente. Y no lo creo. Javier Sierra ha hecho populares en España las tesis de Wilhelm Fraenger, y contribuido por ello a divulgar una visión heterodoxa de este genio cristiano. Para el estudioso alemán, y el propio Sierra, el pintor flamenco habría pertenecido a una sociedad ocultista conocida como los Hermanos del Espíritu Libre, cuyo origen se remontaría a la secta cristiana de los adamitas, mencionada por Epifanio y San Agustín en sus respectivas obras contra los herejes. Por lo visto este grupo pretendía regresar a la inocencia inicial mediante la práctica de orgías sexuales y el nudismo. De nuevo según los autores, El Jardín de las Delicias encerraría un mensaje adamita revelado al leer el tríptico en sentido inverso. En mi opinión, no hay base para afirmar eso. Lo que es coherente siguiendo un orden tradicional, deja de serlo cuando negamos toda lógica por un pretendido interés esotérico.
¿Qué dicen estos autores y por qué no estás de acuerdo con ellos?
De forma muy breve, lo que pretenden estos autores es que la tabla del Infierno no representaría realmente esa realidad escatológica sino el mundo corrompido en el que El Bosco vivía. Para escapar de esa sociedad envilecida, El Bosco, fruto de sus ideas adamitas, plantea una solución: ir al encuentro de los placeres mundanos. Gozar de la vida sin límites, y sobre todo del placer carnal. Esto es lo que supuestamente reflejaría la tabla central. La conclusión de todo ello, con el ser humano desinhibido totalmente y bien satisfecho de sexo, sería el Paraíso. Suena muy bonito pero resulta bastante falso. Por ejemplo, las grietas que anuncian ruina inminente en la tabla central (fuente de la vida y pompa de cristal), la inversión de colores y de figuras humanas, las cabezas sustituidas por pájaros o frutas, insinúan un orden violado, herido, transgredido, y no un mundo que se va purificando en busca de su Edén particular. Todas estas claves por tanto no tendrían sentido. Y finalmente, si la meta de esa humanidad ocupada en bacanales y festivales perpetuos de sexo es la tabla de la izquierda, ¿por qué se ven todavía alimañas, cuando el linaje humano ya ha culminado su sueño y ha recuperado la pureza original? De verdad, me cuesta mucho más encajar estas hipótesis pintorescas con lo que veo en este cuadro, que la interpretación tradicional.
Sabes que también se ha hablado de un Bosco alquimista.
Sí, pero no me interesa. No descarto que fuera un maestro alquimista, o que poseyera ciertos conocimientos alquímicos. He leído textos que presentan al Bosco de esta guisa, pero me temo que se deben en mayor medida a la falta de datos que tenemos sobre su vida y al carácter simbólico y sarcástico de sus cuadros. No por ello deja de existir un mensaje cristiano, ni su contundente advertencia. En cualquier caso, en El Jardín de los Necios no entro en polémicas. En este libro he querido traducir mi mirada, el esfuerzo que he hecho para descifrar por mí mismo esta gran obra maestra. Primero me enfrenté a ella a pecho descubierto, luego hube de requerir ayuda y poner a prueba mis propias reflexiones consultando la literatura que pude reunir sobre el maestro flamenco. El resultado es este libro.
En versión digital de momento. ¿Aparecerá también en papel? ¿Podremos tener el libro físico para poder realizar anotaciones en los espacios? ¿Llegará con imágenes?
Se está estudiando si el libro saldrá en formato tradicional. Mi intención es que antes o después se pueda leer también en papel. Mientras tanto, la versión digital está disponible en Amazon para quien esté interesado, pues es el gigante americano el que se ha hecho con mis derechos.
Una última cosa, ¿los novísimos? Es la primera vez que escucho ese término.
Es un concepto teológico. En religión son las «últimas cosas»: muerte, juicio, purgatorio, cielo e infierno. Los cuadros del Bosco giran en torno a estas realidades. Por eso la tentación y el pecado aparecen tanto en sus pinturas. En ellas se adivina, sin duda, el compromiso moral de su autor. Pues a su juicio el linaje humano iba por muy mal camino. Dicho esto, yo no diría que El Bosco fue un hombre obsesionado con la salvación de su propia alma, como sí lo fue, por el contrario, Martín Lutero (contemporáneo del pintor flamenco).
¿Podemos saber por qué crees eso?
Prefiero que lo descubran leyendo el libro.
Y lo haremos con mucho gusto. Una última pregunta: ¿Por qué ese título?
Con este título pretendo explicar de la forma más contundente y sintética posible la tesis del Bosco. De acuerdo con ésta, los placeres que aparecen en la tabla central del Jardín de las Delicias no son tales. En realidad, para el Bosco los más prosaicos placeres, en los que está embadurnada la humanidad de su pintura, únicamente proporcionan satisfacciones ilusorias y vanas. Y por eso en el fondo ésta es una humanidad extraviada que desprecia otro tipo de gozos más elevados e ignora cuál es el auténtico destino humano.
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