La mayor parte del poema, incluido en su Cancionero, se titula Agranda la puerta, Padre, y empieza así:
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
(...)
Así pues, en un tiempo en que los niños se convierten en monstruos y los padres sólo saben malcriar; en un tiempo en el que todos queremos recibir regalos y nos olvidamos de qué ofrecer a Dios por su infinita bondad, qué esperanzador resulta saber que los que tienen sentimientos nobles, es decir, los limpios de corazón, alcanzarán el Reino de los Cielos y verán a Su Majestad, el Dios creador del cielo y de la tierra, es decir, la Santísima Trinidad.
¡Feliz día de Reyes! Y para los de la sinagoga de Satanás, carbón.
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