viernes, 8 de mayo de 2020

Francisco de Goya, divino pintor de horrores, ensueños, demonios y brujas

Francisco José de Goya y Lucientes es hoy un mito indiscutible en la historia de las bellas artes. Nació en 1746, en pleno siglo de la Ilustración, en Fuendetodos (Zaragoza). Después de un breve paso por la capital aragonesa, y de una efímera y desconocida estancia en Roma, acabó en Madrid, donde trabajó durante unos quince años en la serie de los cartones para tapices destinados a los Sitios Reales. Llegó a la corte en enero de 1775; y nada en estas obras primerizas hacía presagiar la evolución oscurantista y agorera de sus febriles cuadros poblados de horrores, ensueños, demonios y brujas.

Los temas de los cartones son de carácter popular. En ellos Goya presenta a una sociedad madrileña juguetona y festiva, desenfadada y risueña, bullendo en los prados con motivo de romerías y verbenas. Los días aciagos de la invasión francesa no paraban lejos, pero por entonces Madrid era una fiesta, predominando la vida relajada, los bailes y las meriendas, que se realizaban en torno a las ermitas y santuarios en las festividades religiosas de los santos.

En dichas escenas destaca la alegría y el color. Son ejemplos sobresalientes El baile en San Antonio de la Florida, La gallina ciega, El pelele, La pradera de San Isidro, La Era o El Verano, y El quitasol.

Goya cultiva entretanto el género religioso. Las bóvedas de la ermita de San Antonio de la Florida, San Francisco el Grande y el Pilar de Zaragoza están pintadas al fresco por él. Su cuadro más perfecto en este género es sin duda La última comunión de San José de Calasanz (en la que es muy de admirar la perfección y belleza de las manos del santo).

El maestro aragonés, además, produjo gran cantidad de retratos. Muy coloridos todavía son algunos que tienen por objeto a las majas. Sin embargo, Las majas en el balcón preludian ya las pinturas negras, y delatan el cambio operado en las entrañas del pintor aragonés. Como es sabido, en 1792 Goya sufrió una enfermedad que puso en peligro su vida y acabó dejando una huella profunda en su temperamento y en su arte. Aunque los horrores que hubo de contemplar en la llamada Guerra de la Independencia lo dejaron más afectado si cabe. Con todo, Goya ya había dado rienda suelta a su imaginación desbordada, creando escenas dominadas por la brujería y la demencia.

Así pues, a las escenas alegres de los cartones les siguen creaciones demoníacas pintadas en negro, como la noche en que se mueven sus figuras siniestras. Especialmente elocuentes son El aquelarre y Las brujas, expuestas en el Museo Lázaro Galdiano. En cualquier caso, la atracción del pintor por el mundo de los demonios era anterior a su sordera, como demuestra su cuadro sobre Francisco de Borja y el moribundo impenitente.

Finalmente, Goya da libre curso a su fantasía creadora en las llamadas pinturas negras, así como en sus grabados. En dichas estampas, el aragonés captura la realidad desde un punto de vista satírico y desencantado. Hay espacio en su obra para el género de la tauromaquia; pero sobre todo en las series de Los caprichos, Los desastres de la guerra y Los disparates, Goya retoma su universo brujeril y desquiciado, y la caricatura social, que refleja una visión ácida de algunas tradiciones católicas (Auto de fe de la Inquisición, Procesión de disciplinantes, etc.). Aun así, los horribles episodios de la guerra inspiran sus mejores cuadros: El dos de mayo y Los fusilamientos.


Asimismo, merecen mayor interés sus cuadros profanos sobre temas mitológicos e históricos ambientados en la Antigüedad, que son muy poco conocidos. Sobresalen entre los mismos el Sacrificio a Pan, y Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes.

En definitiva, Goya recuerda en muchos aspectos a Beethoven, otra figura ilustre de las bellas artes. Compartieron época, y una misma enfermedad transformó sus espíritus y renovó sus obras. Eran impetuosos y de difícil carácter. Y sin proceder de linaje noble, llevaron la aristocracia en sus cabezas y en sus corazones. En la historia de la música, el alemán es equiparable a Bach y Mozart. Y en la historia de la pintura, Goya es equiparable a Velázquez, y superior a éste en fecundidad y variedad de temas y técnicas dominadas. Aunque Velázquez siga siendo el pintor de pintores.


Por supuesto, como hijo de la Ilustración que era, Goya fue un intelectual instruido por la Enciclopedia, obra anticristiana que compendiaba el pensamiento ilustrado, y por eso el pintor español es presentado a menudo enfrentado a la Iglesia y opuesto a sus dogmas. Pero éste es un ejemplo más de falsificación histórica. Es cierto que Goya reprobaba los vicios que encontraba en los pies de la Iglesia 一porque Cristo, su cabeza, nació, vivió y murió sin tacha一. Pero cuando se acude a las fuentes, como en este caso a su testamento, se descubre que el genio aragonés declaró morir como católico; y no sólo eso: pidió en sus ultimas voluntades que se celebrasen por su alma veinte misas rezadas y se ofrecieran cuantiosas limosnas.

Pero esto último nunca se cuenta de Goya. Como tampoco se cuenta su sincero patriotismo, condensado en el puño apretado del Coloso. Sólo se cuentan, en fin, verdades a medias. Y por eso sus cuadros siguen siendo explicados de forma incompleta. Lo propio de un mundo decadente que aborrece la verdad porque la teme.



10 comentarios:

  1. ¡Qué gran resumen de la obra de Goya! Se nota un enorme trabajo detrás.

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  2. Por cierto, no sabía de la religiosidad de Goya. Ni de sus cuadros mitológicos. Estoy de acuerdo con que nos han robado la historia y con que sus pinturas se explican a medias. Por ejemplo sobre el duelo a garrotazos se han dicho muchas tonterías y sobre el autor que era afrancesado.

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    1. Gracias, Fátima. Goya no era afrancesado, aunque como bien dices se le acusó de serlo. Su pensamiento seguramente estuvo influenciado por las ideas ilustradas, que compartió en buena medida durante un tiempo indeterminado, pero en sus cuadros se refleja el amor por su pueblo maltratado y por las costumbres españolas.

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  3. Gracias por tus aportaciones. Me gustaría que publicaras más reflexiones de otras pinturas y de viajes personales.

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  4. También se ha dicho que el Coloso no es de Goya. Por cierto, excelente síntesis de la obra del maestro de Fuendetodos.

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    1. Gracias. Respecto al Coloso, es cierto que con frecuencia más o menos intermitente se viene insistiendo en que esta obra no es de Goya. Hace unos años se atribuyó a un discípulo suyo, Asensio Juliá, pero no hay un dictamen definitivo. La pintura puede ser perfectamente de Goya, y de no serlo, no cambia el hecho de que es magnífica ni de que el aragonés era un convencido patriota.

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  5. No conocía El Quitasol de Goya, me ha sorprendido gratamente. En las escuelas sólo se habla del Goya perturbado de las Pinturas Negras. A mí personalmente nunca me han gustado, pero cuando se desgranan dichas pinturas y, teniendo en cuenta su déficit auditivo-cerebral por la enfermedad que padecía, todo cobra sentido. ¡Muy buenas fotos personales y excelente artículo!.

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    1. Gracias, Sara.
      Como dices, la sordera de Goya determinó la evolución de su obra. El interés por unos temas y no por otros, incluso por unos autores en vez de otros, depende mucho de las modas. Por eso la atracción particular que ejercen las pinturas negras en nuestra época es indicativo sin duda de nuestros gustos y de las cuestiones que más nos preocupan.

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  6. Saludos.
    No puedo estar más de acuerdo con los comentarios que se han hecho, porque no se puede resumir más y mejor la obra de Goya de lo que aquí se ha hecho.
    A mi las pinturas negras siempre me han fascinado pero el universo Goya es mucho más extenso e interesante.
    ¿Qué te parece, amigo Luis, El Duelo a Garrotazos? ¿Puede simbolizar una denuncia a la muerte sin sentido, fruto de una sociedad iletrada?

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    1. Desde luego, el "Duelo a garrotazos" es un cuadro simbólico que puede ser interpretado de mil maneras. Pero no sabemos cuál fue la intención del autor al pintarlo. Sin duda, Goya era partidario de una educación universal, que alcanzara a todas las capas sociales. Por eso, como bien dices, tal vez en esta pintura se esté mostrando que una sociedad que carece de la educación adecuada se acaba matando a palos. También puede representar la lucha por la vida. Lo que vemos en el cuadro es a dos campesinos atascados hasta las rodillas, en un paisaje dramático, luchando a tumba abierta. Los golpes dados por los hombres podrían aludir a los golpes que da la propia vida. ¿Y el barro que los sujeta e inmoviliza? Quizá las arenas movedizas en las que se desenvuelve la propia humanidad, las circunstancias que nos rodean.
      En definitiva, lo que yo veo en ese cuadro, de entrada, es una tragedia: dos hombres que a la vez son verdugos y son víctimas. ¿La tragedia misma de la humanidad?

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