¿Qué convierte a un libro en best seller cuando su valor literario es escaso? La verdad es que cada vez más me voy volviendo reacio a los libros de actualidad, esos que aparecen, lucen en un escaparate unos meses, y son olvidados al poco; la literatura, al igual que parte del cine, también puede disfrutarse sin pretensiones. Pero eso los reduce a simple evasión, al placebo que consumen millones de personas creyendo que de esta manera toman algo de verdadera enjundia. Al menos leen, aseguran. Pero si lo que leo es calcinado en mi cabeza inmediatamente después de ser leído, es como si el fin último de alimentarse fuera cagar.
La biblioteca de los muertos de Glenn Cooper es un best seller. Pero su autor sabe tan bien como yo que cinco años después de haber publicado su libro nadie se acordará de su novela. Lo que sucede es que son muy pocos los que consiguen con su escritura dejar una huella indeleble. Los demás, o bien ambicionan algo nuevo pero no tienen eco, o en cambio simplemente pretenden entretener. Y cada lector en el fondo se considera el juez último de lo que lee. Dicho esto, La biblioteca de los muertos al menos entretiene.
Will Piper es el protagonista de esta historia, aunque la misma es interrumpida frecuentemente por unos cuantos saltos temporales no del todo conseguidos. El personaje es un veterano agente a punto de alcanzar su añorada jubilación, alcohólico y resignado, con éxito con las mujeres, y uno de los mejores expertos en asesinos en serie de la historia reciente del FBI. En esta descripción todo está visto. Si no hay nada nuevo que aportar por aquí, al menos la historia será más original. A medias. El planteamiento es interesante, su desarrollo mediocre y su desenlace previsible. Un thriller decente. Se le podría sacar más brillo a la historia con una película. Y es que quizá mi desencanto se deba a que no me ha gustado nada la prosa de Glenn Cooper, forzada, poco natural, y eso que en ella no hay adornos ni voluntad de estilo.
La acción se desencadena cuando a Will le encargan el caso Juicio Final, unos asesinatos complejos que requieren la atención de un especialista. Las víctimas reciben una postal con el dibujo de un ataúd, su nombre y la fecha de su muerte. Cada uno por diferentes motivos, pero todos los individuos mueren el día indicado. A Will le acompaña Nancy Lipinski, una mujer que será central para que Will pueda dar con el responsable, que, una vez identificado, gira la trama y lo que era un relato policial se convierte en una doble persecución. Cierra el triángulo de personajes principales Peter Benedict (en realidad Marck Shackleton), un genio informático que trabaja en Área 51, antiguo compañero de estudios de Will y todo un resentido. Este se siente un fracasado y arrastra viejos complejos, fruto de compararse con su antiguo amigo. Es el mejor personaje de Cooper con diferencia, una figura que consigue repugnar por su bien caracterizada envidia y paranoia.
Por otro lado, Cooper se empeña en contar una historia paralela, cercenando la ambientación e interrumpiendo la investigación policial y el ritmo narrativo. Nos hace regresar al siglo VIII para sumergirnos en la abadía de Vectis y los extraños trabajos que lleva a cabo Octavus (un niño profeta que al parecer es capaz de registrar con exactitud las fechas de nacimiento y defunción de cualquier persona). Y esta es la valiosa información que Cooper nos dice que se controla en nuestros días en Área 51, de la que se aprovecha Mark Shackleton para chantajear a Nelson Elder, el dueño de una potente empresa de seguros de vida. Este giro está muy bien pensado, pero no hay sabiduría a la hora de plasmarlo. Los pasajes de la abadía, en mi opinión, aunque están bien ambientados, interrumpen el desarrollo de los hechos contemporáneos y en consecuencia no están bien ordenados.
Con todo, La biblioteca de los muertos es un thriller con el que pasar unos días sin grandes pretensiones, mal escrito pero lo suficientemente interesante para no dejarlo a medio. De lo que no hay nada —estoy seguro de que Katherine Neville ha debido leer otro libro— es acerca del libre albedrío y el destino. Ni hay un planteamiento formal ni verdadera preocupación por profundizar en el tema, tan solo alguna alusión de los personajes. Por eso cada vez es más evidente que las campañas de promoción pueden favorecer la venta de libros más que el valor intrínseco de una obra literaria.
La biblioteca de los muertos de Glenn Cooper es un best seller. Pero su autor sabe tan bien como yo que cinco años después de haber publicado su libro nadie se acordará de su novela. Lo que sucede es que son muy pocos los que consiguen con su escritura dejar una huella indeleble. Los demás, o bien ambicionan algo nuevo pero no tienen eco, o en cambio simplemente pretenden entretener. Y cada lector en el fondo se considera el juez último de lo que lee. Dicho esto, La biblioteca de los muertos al menos entretiene.
Will Piper es el protagonista de esta historia, aunque la misma es interrumpida frecuentemente por unos cuantos saltos temporales no del todo conseguidos. El personaje es un veterano agente a punto de alcanzar su añorada jubilación, alcohólico y resignado, con éxito con las mujeres, y uno de los mejores expertos en asesinos en serie de la historia reciente del FBI. En esta descripción todo está visto. Si no hay nada nuevo que aportar por aquí, al menos la historia será más original. A medias. El planteamiento es interesante, su desarrollo mediocre y su desenlace previsible. Un thriller decente. Se le podría sacar más brillo a la historia con una película. Y es que quizá mi desencanto se deba a que no me ha gustado nada la prosa de Glenn Cooper, forzada, poco natural, y eso que en ella no hay adornos ni voluntad de estilo.
La acción se desencadena cuando a Will le encargan el caso Juicio Final, unos asesinatos complejos que requieren la atención de un especialista. Las víctimas reciben una postal con el dibujo de un ataúd, su nombre y la fecha de su muerte. Cada uno por diferentes motivos, pero todos los individuos mueren el día indicado. A Will le acompaña Nancy Lipinski, una mujer que será central para que Will pueda dar con el responsable, que, una vez identificado, gira la trama y lo que era un relato policial se convierte en una doble persecución. Cierra el triángulo de personajes principales Peter Benedict (en realidad Marck Shackleton), un genio informático que trabaja en Área 51, antiguo compañero de estudios de Will y todo un resentido. Este se siente un fracasado y arrastra viejos complejos, fruto de compararse con su antiguo amigo. Es el mejor personaje de Cooper con diferencia, una figura que consigue repugnar por su bien caracterizada envidia y paranoia.
Por otro lado, Cooper se empeña en contar una historia paralela, cercenando la ambientación e interrumpiendo la investigación policial y el ritmo narrativo. Nos hace regresar al siglo VIII para sumergirnos en la abadía de Vectis y los extraños trabajos que lleva a cabo Octavus (un niño profeta que al parecer es capaz de registrar con exactitud las fechas de nacimiento y defunción de cualquier persona). Y esta es la valiosa información que Cooper nos dice que se controla en nuestros días en Área 51, de la que se aprovecha Mark Shackleton para chantajear a Nelson Elder, el dueño de una potente empresa de seguros de vida. Este giro está muy bien pensado, pero no hay sabiduría a la hora de plasmarlo. Los pasajes de la abadía, en mi opinión, aunque están bien ambientados, interrumpen el desarrollo de los hechos contemporáneos y en consecuencia no están bien ordenados.
Con todo, La biblioteca de los muertos es un thriller con el que pasar unos días sin grandes pretensiones, mal escrito pero lo suficientemente interesante para no dejarlo a medio. De lo que no hay nada —estoy seguro de que Katherine Neville ha debido leer otro libro— es acerca del libre albedrío y el destino. Ni hay un planteamiento formal ni verdadera preocupación por profundizar en el tema, tan solo alguna alusión de los personajes. Por eso cada vez es más evidente que las campañas de promoción pueden favorecer la venta de libros más que el valor intrínseco de una obra literaria.
FICHA
Título: La biblioteca de los muertos
Autor: Glenn Gooper
Editorial: Debolsillo
Otros: Barcelona, 2011, 432 páginas
Precio: 10,95€
vamos que no te ha gustado no doy pie con bola al año que viene te regalo un sombrero
ResponderEliminarLuis, viendo ahora el comentario de Franchesca me he dado cuenta de que no había respondido a este comentario tuyo. Recuerdo que lo hice en su día pero mediante mensaje de móvil. Pero no quiero dejar esto así.
EliminarEn primer lugar gracias por el regalo, que ya te di en su día pero deben constar aquí.
Segundo. Tú no tienes culpa de que el libro que me regalaste no me gustara. Y solo tu detalle merece un diez. Me has hablado de otros libros, de películas, de series de televisión, de comics, de mangas, etc., que no había visto, y me gustaron mucho.
No hay mucho más que decir.
Estoy encantado de hablar contigo de estas cosas, pues además no es fácil que dos amigos de la infancia compartan tantas aficiones comunes. Digo yo que algo se nos habrá pegado después de tantos años.
Un abrazo.
Pues no estoy de acuerdo, a mi me parece un buen libro. He disfrutado muchísimo leyéndolo, y lo sucedido en Vectis lo considero muy interesante y necesario para la novela, aunque ya sabes para gustos los colores jeje
ResponderEliminarBesos!
Ana
Eso es, para gustos, colores.
EliminarAdemás, algo bien ha debido de hacer el autor para vender tantos libros y hacer que sus lectores los disfruten. Pero en mi opinión no tiene categoría para ser bestseller; el valor literario de una obra no se mide por sus ventas.
De cualquier manera, gracias por tu comentario.
a mi me parecio entretenido, tanto éste como el segundo q se llama el libro de las almas... me deja con esa duda q da vueltas vueltas en mi cabeza q tan real es??? quizas no hay tanta ficcion de aquello... es mi sincera opinion.
ResponderEliminarBuenas noches, Franchesca.
ResponderEliminarGracias. Sé que ha gustado bastante este libro. Que, por cierto, se ha vendido muy bien. No sé si fui demasiado severo con «La biblioteca de los muertos» pero no me gustó en su día. De cualquier manera me alegro mucho de que este libro se disfrute.
Saludos.