sábado, 1 de septiembre de 2012

La Celestina de Fernando de Rojas

La Celestina de Fernando de Rojas es una obra cumbre de la literatura universal. Para mi gusto, el clásico español está a la altura del mismísimo Don Quijote de la Mancha. No en balde lo consideró Cervantes «un libro divino si encubriera más lo humano». Y no le faltaba razón al genio castellano, porque La Celestina conjuga un tema universal —seguramente el mayor de todos— con la exposición de la condición humana de manera admirable y unos caracteres individuales profundísimos. Esta obra precipitó, con letras de oro, la época creativa más importante de España, los casi dos siglos que abarcan el Siglo de Oro. Será pues un honor glosar esta cumbre de la literatura.


      Pese a las docenas de discusiones que ha provocado la obra, la primera de ellas, su autoría, no lo es tanto. El autor de La Celestina fue casi con toda seguridad Fernando de Rojas, y las dudas al respecto provienen de un recurso humorístico del propio autor, frecuente en otros escritores como por ejemplo Cervantes. El libro (mezcla de novela y teatro, con elementos de una y otro, y sin ser ninguno del todo) tuvo un enorme éxito tras su aparición, éxito mantenido en el tiempo. La primera edición (Burgos) data de 1499. Y las dos siguientes ven la luz en 1500 (Toledo)  y 1501 (Sevilla). En un primer momento La Celestina fue pensada como comedia y después evolucionó en tragedia (Tragicomedia de Calisto y Melibea). Historia de amor de «profunda y triste filosofía» en palabras de Menéndez Pelayo, La Celestina es un hito de la literatura cuya lectura es un placer intelectual tejida con honda sabiduría. Sin embargo, antes de pasar a la estructura de la obra (dividida en 21 actos) o algunas consideraciones analíticas, es conveniente contar primero su argumento.

Argumento

      Calisto se cruza casualmente con Melibea y se enamora locamente de ella. No parecen haber obstáculos sociales ni físicos entre ambos, pues los dos son nobles, bellos y espabilados; sin embargo, Melibea rechaza con aspereza al joven. Despechado, el mozo amaga con suicidarse, pero su criado Sempronio propone al joven una solución a sus males: recurrir a los servicios de la vieja alcahueta Celestina, maga y antigua prostituta, que dispone de un burdel en su casa y que lo puede ayudar a seducir a Melibea a través de poderosos hechizos. Sempronio conoce a la vieja por Elicia, su amante, ramera que trabaja en casa de Celestina. El criado ve una oportunidad para sacar provecho de su señor y acuerda con Celestina compartir las ganancias que deje el nuevo cliente. Otro criado de Calisto, Pármeno, es al principio fiel a su señor y trata de prevenirlo acerca de recurrir a oscuras artes, pero finalmente acaba corrompido por Celestina (le ofrece trato sexual con Areúsa, otra prostituta) y entrando en el negocio. Lo que sobreviene a partir de entonces sigue la lógica de las pasiones e intereses de los protagonistas.

      Lo fundamental es que Celestina consigue encender el amor de Melibea por Calisto invocando al maligno, aunque ésta ya había abierto su corazón al joven. Pero a la alcahueta le cuesta la vida su codicia. Cuando los dos criados (Pármeno y Sempronio) acuden de madrugada a casa de Celestina a reclamar su parte en el negocio, ella se niega y la asesinan. El revuelo levantado atrae a unos guardias y los criados al saltar por una ventana se descalabran y son capturados y decapitados al día siguiente. La comedia acabaría con este episodio, a pesar de haberse cerrado con varias muertes, pero a continuación se agrava el drama. Calisto, mancillado su honor por el crimen de sus criados, tomará unos nuevos (Tristán y Sosia) y se verá noche tras noche durante un mes con su amada; mientras, Elicia y Areúsa traman cómo vengar a sus amantes (Sempronio y Pármeno). Éstas contratan al patán de Centurio para matar a Calisto cuando éste vaya a citarse con Melibea. Los planes, como en incontables ocasiones, no salen tal cual estaban trazados. De noche, Calisto, oyendo alboroto, piensa que sus nuevos criados están siendo atacados, decide acudir a socorrerlos y con las prisas y la oscuridad cae de cabeza de lo alto de un muro y se mata. Ella, deshecha, sigue los pasos de su amante y se arroja de la torre. La Celestina termina con lo que parece la muerte de Alisa (madre de Melibea) por la impresión de la noticia y las lágrimas de Pleberio (padre de Melibea), conmovedoras, que se lamenta «triste y solo in hac lachrymarum valle».

Apuntes de La Celestina

     El valor de este monumento literario traspasa ciertamente las épocas y sociedades, y es por tanto intemporal. Parte de su riqueza se debe a la aguda penetración del autor para perfilar caracteres de personajes. En este sentido, nos encontramos con una de las mejores piezas literarias que mejor exponen la condición humana. Pero las virtudes de esta obra, mejor descubiertas personalmente que reveladas indirectamente.

Estructura

  • Primera parte

En la Tragicomedia  de Calisto y Melibea pueden distinguirse dos partes con la siguiente estructura:

—Actos I-II (Planteamiento): Calisto se declara a Melibea pero es rechazado. Aconsejado por Sempronio, recurre a Celestina para enamorar a la joven.
—Actos III-XI (Nudo): La vieja entra en casa de Melibea y consigue de esta una prenda íntima (un cordón) que utiliza para su hechizo. Después da la noticia a Calisto. Poco después Melibea concierta una cita con su enamorado.
—Actos XII-XIV (Desenlace): Calisto y Melibea se citan. Por otro lado, Pármeno y Sempronio matan a Celestina porque rehúsa compartir con ellos las ganancias; son detenidos y ajusticiados. Tristán y Sosia comunican a Calisto lo ocurrido. Y los amantes vuelven a encontrarse en el jardín de Melibea.

  • Segunda parte

—Acto XV (Planteamiento): Elicia y Areúsa deciden vengar la muerte de Celestina y sus amantes.
—Actos XVI-XVIII (Nudo: Pleberio y Alisa piensan en casar a su hija mientras Elicia y Areúsa concluyen sus preparativos para realizar su venganza; piden al rufián de Centurio que escarmiente a Calisto.
—Actos XIX-XXI (Desenlace): En uno de los encuentros de los amantes Calisto se mata al caer de un muro al oír ruido. Melibea se suicida posteriormente. Y Pleberio se lamenta por la muerte de su hija.

      Como vemos, la muerte de Celestina hace de bisagra entre las dos partes, que, íntimamente hilvanadas, constituyen una unidad dramática de gran riqueza y profundidad.


La Celestina y su época histórica

     Se ha ido asumiendo con naturalidad que La Celestina expone la realidad de la nación española de su época, reflejando un ambiente en el que predominaban, como una enfermedad, el egoísmo, la codicia, la afición de la sociedad por las celestinas o la vida impúdica del clero. No soy partidario sin embargo de esta visión de la obra. Describir una época histórica a partir de su literatura es peligroso porque generalmente la literatura suele volcarse en los extremos para desarrollar sus ficciones, y a partir de estos que el lector pueda reconocerse de alguna manera en ellos. Y es que La Celestina se sitúa entre dos mundos, a caballo entre el espíritu medieval y el naciente Renacimiento. 


Sentido de La Celestina

     En cuanto al valor ético o moral de La Celestina no hay discusión: la obra es esencialmente moralizante. Los pecados de los personajes, originados a partir de sus pasiones —o por la falta de moderación de éstas—, tienen su correspondiente castigo. Es paradigmático el caso de Calisto, pues el joven muere en el jardín de Melibea, exactamente en el mismo sitio en el que comenzó su drama. En este sentido, La Celestina es una advertencia a los locos enamorados sobre los males derivados del amor. El propio Fernando de Rojas pone de manifiesto su intención en el prólogo de la obra:

Oh damas, matronas, mancebos, casados,
Notad bien la vida que aquestos hicieron,
Tened por espejo su fin cual hubieron;
A otro que amores dad vuestros cuidados.
Limpiad ya los ojos, los ciegos errados,
Virtudes sembrando con casto vivir.
A todo correr debéis de huir.
No os lance Cupido sus tiros dorados. 

      Lo que ocurre con toda obra genial es que traspasa las intenciones de su autor y se convierte en un clásico intemporal. Otro ejemplo magnífico del pulso vitalista de la obra es la propia Celestina. La vieja es la voz que defiende un estilo de vida en torno al goce y el placer carnal, el deleite de los sentidos; y constantemente se queja de la juventud perdida y de la oportunidad que no volverá. Por tanto, la persecución de la felicidad habría que hacerse a través de los placeres, pues "de ninguna cosa es alegre posesión sin compañía". Sin embargo, frente a esta opción hedonista se erige el propio autor, defendiendo una moral estoica, alejada de los placeres —o del dominio de estos sobre la voluntad— para evitar sus funestas consecuencias.

      Después de todo, hay placeres y placeres, y leer La Celestina también es uno de ellos. Varias lecturas llevo ya de este clásico universal, y cuantas más veces me acerco al texto más verdades descubro y mayor satisfacción recibo. De hecho, es el libro en el que más anotaciones a un libro he hecho junto con la Biblia. Y no son inmerecidas, pues La Celestina no solamente está a la altura de los libros más grandes por sus planteamientos complejos o sus personajes vivos y caracterizados con sutil maestría, sino por la enorme sabiduría que rezuman sus páginas.


FICHA
Título: La Celestina
Autor: Fernando de Rojas
Editorial: Galaxia Gutenberg
Otros: Barcelona, 2012, 1100 páginas
Precio: 26,95 

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