jueves, 9 de febrero de 2012

Corsarios de Levante de Arturo Pérez Reverte

Corsarios de Levante es la sexta entrega de Las aventuras del capitán Alatriste. Diego Alatriste e Íñigo pasarán dos años en las galeras del rey, recorriendo el mar Mediterránedo, que, después de Lepanto, queda como una frontera difusa entre los dos grandes poderes de la época: España y el Imperio Otomano. Pasearán por las calles de Orán (plaza fortificada española), desembarcarán en Malta y arribarán a Nápoles. Pero es mejor que nos cuente Íñigo qué nos espera en este libro: «Contaré, sin omitir punto en ello, de escaramuzas y corsarios, de mocedad feliz, de abordajes, de matanzas y saqueos. También diré por lo menudo cuanto en mi siglo —qué lejano parece, ahora que tengo viejísimas cicatrices y canas— hizo el nombre de mi patria respetado, temido y odiado en los mares de Levante. Diré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera. Diré cómo, para crear el infierno así en el mar como en la tierra, en aquel tiempo no era menester más que un español y el filo de una espada».

      Lo que anuncia Íñigo de Balboa, cada vez más adulto, no es exagerado. Corsarios de Levante es sin duda un libro variado y muy interesante. Con momentos aburridos, es cierto, pero con otros épicos. Y cada vez mejor narrador. Ambientado en los mares que recorrían las naves españoles y las costas donde se levantaban gloriosas plazas. Nos situamos entre el norte de África y el sur de Italia, o mejor dicho, en los dominios del Reino de Nápoles. Sin embargo, el centro de la historia son los soldados. Pérez-Reverte aprovecha una vez más, asumiento el riesgo de ser repetitivo, los horrores que supone una guerra:
«Si la vida de cualquier hombre lúcido está poblada de fantasmas que se acercan en la oscuridad y lo tienen a uno con los ojos abiertos, en los míos permanece —y voto a Dios que la tengo bien llena— la imagen de aquel crío descalzo y sucio, que sorbiéndose los mocos, con los ojos enrojecidos vertiendo surcos de lágrimas por los churretes de la cara polvorienta, caminaba junto a la acémila, sin apartarse de allí, regresando una y otra vez cuando los guardianes lo hacían alejarse, para espantar las moscas que se posaban en la cabeza cortada de su padre». (pp. 92 y 93)
      La falta de espadas en los presidios norteafricanos hace que el captián Alatriste e Íñigo se crucen con un antiguo —y conocido por todos— compañero de milicia: Sebastián Copons. Con él compartirán la aventura de la cabalgada de Uad Berruch, junto al sargento mayor Lorenzo Biscarrués. Trabarán amistad con el moro Gurriato, una relación que durará siete años hasta que de muera combatiendo junto a ellos en Nordlingen. También visitarán a otro veterano, Malacalza, que reside en Orán. «Aquí, por lo menos, saben quién soy», se quejará el veterano de la desagradecida España.

Poco después tendrán un incidente en Malta contra venecianos, pero antes se enfrentaran en el mar a unos cuantos ingleses. No puedo resistirme a reproducir la descripción que hace de los ingleses Pérez-Reverte, que movió a una sonrisa:
«Que muchos de esa nación, lejos de la fuerza que sacan del número de los suyos y del ánimo gregario que el vino o la cerveza suelen darles, cuando sale el cochino mal capado se tragan la arrogancia con humildad franciscana; mientras que el español, si se encuentra solo, acorralado y sobrio, es cuando más peligro tiene, pues como animal rabioso se vuelve loco y acomete ciego, sin razón ni esperanza, dándole igual San Antón que la Purisima Concepción». (pp. 156 y 157)
      También tenemos noticias en Corsarios de Levante de Angélica de Alquezar, ahora en las Indias. Le escribirá una carta a Íñigo, que provocará al joven a contestar de mala manera al capitán. Al final, en las bocas de Escanderlu, se producirá un enfrentamiento sin piedad, una lucha contra los turcos y sus mejores guerreros, los jenízaros. El abordaje y la lucha encima de las tablas de las galeras es espectacular. Pérez-Reverte plasma en este libro su gran trabajo de documentación.

      Finalmente, llega el homenaje a los soldados muertos en la batalla. Y con su descripción despedimos el comentario:
«De ese modo quedaron todos ellos, acompañados por el rumor de las olas y el graznido de las aves marinas, en espera de la resurrección de la carne; cuando quizá les corresponda levantarse de la tierra revestidos de sus armas, con el orgullo y la gloria de quienes tan fieles soldados fueron. Y hasta ese lejano día seguirán allí, inmóviles junto al mar donde a tan alto precio vendieron sus vidas, riñendo por la codicia del oro y los botines; pero tmabién por su patria, por su Dios y por su rey, que todo cuenta. Durmiendo el largo sueño honrado del que gozan los hombres valientes». (p. 348).

LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN ALATRSITE
  1. El capitán Alatriste
  2. Limpieza de sangre
  3. El sol de Breda
  4. El oro del rey
  5. El caballero del jubón amarillo
  6. Corsarios de Levante
  7. El puente de los asesinos

FICHA
Título: Corsarios de Levante
Autor: Arturo Pérez Reverte
Editorial: Alfaguara Editorial
Otros: Madrid, 2006, 368 páginas
Precio: 19,5 €

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