Durante mi reciente viaje a Galicia, hospedado en un châteaux de exquisita belleza, he leído un librito delicioso del que pienso hacer apología y al que recurriré con frecuencia en el nuevo curso escolar que ya vislumbro a la vuelta de la esquina. El librito en cuestión, Yo soy Santiago. El apóstol de Hispania, lo descubrí deambulando por la librería San Pablo de Santiago de Compostela, contigua al encantador casino de la ciudad. Yo conocía ya uno muy similar —ambos, seguramente fruto de una iniciativa literaria favorecida por la Editorial Palabra— dedicado a la vida del apóstol San Pedro. Pero en un marco tan incomparable como el de la ciudad santa gallega, antiguo campo de estrellas, lo adecuado era proseguir las huellas del apóstol que tanto hizo por evangelizar España, y cuyos restos, según la tradición —y ciertos hallazgos arqueológicos nunca divulgados por la prensa— descansan en los confines del mundo, lugar al que fue enviado a predicar y del que muy probablemente acabó seducido.
Yo soy Santiago. El apóstol de Hispania es una biografía novelada del apóstol Santiago, centrada en el traslado de los restos del apóstol a Gallaecia. La primera parte del libro, sin embargo, narra la vida del apóstol Santiago junto a Jesús; sección que está basada casi literalmente en los evangelios y en los Hechos de los Apóstoles. La segunda parte del libro, tras la muerte de Jesús, está inspirada en las leyendas que rodean a la figura del apóstol: su viaje apostólico a la península Ibérica, la aparición de la Virgen María en Zaragoza, el traslado misterioso de su tumba en barco, el descubrimiento de su sepulcro en el campo de estrellas... Ahora bien, todos estos últimos relatos hunden sus raíces en lo mítico y legendario y son, por tanto, indemostrables. No obstante, el autor cree que, en cierta medida, son también verdaderos, ya que nos acercan a la Verdad y sirven para dar luz a nuestras vidas.
Por otro lado, la excusa a la que recurre el autor para narrar estos hechos es una invención literaria preciosa. Durante los días de travesía desde las costas de Palestina hasta el fines terrae, una candorosa niña, Sara, hija de uno de los marineros que custodian el sepulcro del apóstol, lee, jornada tras jornada, una carta de Santiago dirigida a los jóvenes de Hispania en la que les relata su vida junto al Señor y su evangelización por las tierras de la vieja España.
Al final, una guía de lectura, utilísima para exprimir la comprensión lectora de jóvenes y no tan jóvenes, supone el broche perfecto para un relato asombrosamente entretenido y sumamente benéfico.
Pero es que, además, el protagonista de tan pulcro relato es, ni más ni menos, patrón de España y de otros muchos pueblos de América e impulsor espiritual de la Reconquista. Así pues, al aliciente devocional se suman en definitiva otros atractivos de carácter cultural que hacen muy aconsejable la lectura de tan delicioso librito.
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