La prensa y los gobiernos como terroristas: Clint Eastwood firma con Richard Jewell una película magnífica

El 27 de julio de 1996, con el telón de fondo de los Juegos Olímpicos de Verano celebrados en Atlanta, una bomba provocó la muerte de dos personas y en torno a un centenar de heridos. La sagacidad de un agente de seguridad, Richard Jewell, evitó males mayores. Al principio el hombre fue considerado un héroe, pero poco después la prensa, haciendo uso de sus malas artes, se cebó con él y lo presentó como el terrorista responsable. La campaña mediática fue ignominiosa y causó enorme sufrimiento a este pobre hombre y a su madre. A las hienas poco les importó: había que medrar como fuera. 

Por un lado el gobierno de los USA, representado por el FBI, y por otro la prensa sensacionalistas más carroñera, se comportaron como verdaderos terroristas, infundiendo terror a la familia Jewell. De esta manera, aniquilaban con su actuación el principio de la presunción de inocencia. 

A finales del 2019 Clint Easwood estrenaba Richard Jewell, una película magnífica en la cual el maestro se ocupaba de dar a conocer al mundo entero este caso, que habla de una injusticia que al final es reparada. En mi opinión, esto es precisamente lo mejor que puede ofrecernos el buen cine. Si denuncia el mal, que muestre al final la victoria del bien; si denuncia el caos, el triunfo del orden; si denuncia la injusticia, que muestre el desagravio, la satisfacción completa de la injuria y del daño.

La película, emocionante y sincera, habla por sí sola. Para qué añadir más, salvo que los actores están perfectos. Algún día, eso sí, habrá que construir un hermoso monumento a su director, porque su cine clásico y elegante es un gozo que reconforta, y una luz radiante que se abre paso entre las sombras. 

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Frase de la película: "En mi país cuando el gobierno dice que alguien es culpable, es que es inocente" (Nadya, secretaria y luego mujer de Watson Bryant, abogado de Richard Jewell).