1) EVANGELIO DE MATEO
Autoría:
Mateo o Leví, hijo de Alfeo, es el autor del primer evangelio. Era un cobrador de impuestos al servicio de Roma (publicano o alcabalero), que ejercía su profesión en las inmediaciones del mar de Galilea, también llamado mar o lago de Tiberíades y lago de Genesaret. Llamado de forma repentina por Jesús que pasaba, lo siguió y se adhirió a su escuela, siendo designado más tarde por Jesús entre los Doce. Después de la Ascensión de Cristo predicó su evangelio en Judea y aledaños, poniéndolo por escrito antes de la separación de los Apóstoles, esto es, unos 7-17 años después de la muerte del Señor. No hay certeza histórica total acerca de cuándo abandonó Judea, adónde fue y cómo murió. La tradición católica lo tiene por mártir, y celebra su fiesta el 21 de septiembre.
Lengua del texto:
El Evangelio de Mateo parece haber sido escrito en arameo o hebreo vulgar, y traducido enseguida al griego por un hombre muy capaz. En el texto proliferan los arameísmos, aunque la dicción griega es correcta y hasta elegante. Dicha versión griega se difundió rápidamente en la naciente cristiandad, y el original arameo no ha llegado hasta nosotros... si es que existió; pues cabe la posibilidad de que Mateo mismo haya escrito el texto griego. A la sazón, los palestinos eran bilingües. Es más: eminentes críticos defienden hoy que Cristo no predicó en arameo, sino en koiné o griego vulgar.
Destinatarios y motivo:
Mateo dirigió su evangelio a sus compatriotas judíos, y por tanto su fin es convencer de que Jesús de Nazaret fue realmente el Cristo, el Mesías esperado por Israel. Por eso Mateo hace hincapié en el cumplimiento de las profecías, citando copiosamente el Antiguo Testamento.
Fecha:
El Evangelio de Mateo fue fijado por escrito hacia el año 50.
2) EVANGELIO DE MARCOS
Autoría:
Marcos fue judío de nación, y con su primo Bernabé acompañó a San Pablo en su predicación. Después acompañó muchos años a Pedro, para el cual desempeñó un papel de recitador e intérprete (meturgemán). Marcos escribió su evangelio en Roma, hablando por boca de San Pedro; de ahí que el testimonio reflejado sea tan vivo, como el de un testigo presencial. Además, la personalidad de Pedro aparece como al trasluz, estando sus faltas y debilidades acusadas, y sus honores en sordina. Después de la muerte de los Apóstoles, fundó la Iglesia de Alejandría de Egipto, la cual gobernó como obispo hasta su martirio. La Iglesia celebra su fiesta el 25 de abril.
Destinatarios y motivo:
Marcos dirigió su evangelio a los cristianos provenientes de la gentilidad, y especialmente a los romanos o latinos, para presentarles y al fin legarles la Buena Nueva que representa Jesucristo.
Fecha:
El Evangelio de Marcos fue fijado por escrito hacia el año 55.
3) EVANGELIO DE LUCAS
Autoría:
Lucas fue un médico griego, probablemente nacido en Antioquía de Siria, acompañante fiel e impertérrito del Apóstol Pablo. Como recitador de Pablo, Lucas recoge la catequesis oral de Pablo, la cual sabía de memoria como meturgemán, ampliándola además por medio de una investigación rigurosa: por lo cual su evangelio contiene muchas novedades (datos y episodios propios, incluso parábolas) respecto de los dos primeros. La tradición sostiene que gracias a esa diligencia conoció a la Madre de Jesús, y de ella recibió el relato de la Anunciación del Ángel y la Infancia de Jesús, que sólo él transmite.
Lengua del texto:
Lucas escribió en griego. Su evangelio es el mejor compuesto, el más literario y cuidado, aunque conserva, como los otros, los esquemas rítmicos que caracterizan el estilo oral.
Destinatarios y fecha:
Lucas fijó por escrito su recitación para los cristianos provenientes del paganismo (romanos y griegos), hacia el año 60.
4) EVANGELIO DE JUAN
Es considerado el libro más sublime salido de mano humana. Su autor es Juan, el discípulo amado, uno de los Doce. Galileo, era hermano de Santiago el Mayor e hijo del pescador Zebedeo y Salomé, una de las santas mujeres que siguió a Cristo hasta la muerte; y más allá. Como Pedro y Andrés, y otros muchos, siguió primero a Juan el Bautista y fue dirigido a Cristo por él, y elegido después en el número de los Doce; testigo ocular y aun actor de todos los grandes episodios mesiánicos. Con Pedro y su hermano Santiago forma el grupo director entre los Apóstoles, los tres que presencian la Transfiguración, la resurrección de la hija de Jairo, y la Agonía en el Huerto. En la Última Cena reclina su cabeza sobre el hombro del Maestro y por sugestión de Pedro le pregunta quién es el traidor; y al pie de la cruz recibe la encomienda del cuidado de María. Al pasar Pentecostés, permanece varios años en Jerusalén y trabaja con Santiago y Pedro en la organización y difusión de la primera Iglesia. Después se establece en Éfeso como obispo y primer Patriarca del Asia Menor, cuyas siete iglesias menciona en el Apocalipsis. Allí forma una escuela de doctores de la fe, de donde salen el anciano Papías, obispo de Hierápolis, Policarpo de Esmirna y quizá el mártir San Ignacio de Antioquía. En el año 14 del reinado de Domiciano, Juan es desterrado a la isla de Patmos, y -como se cree- condenado a las minas; condena tremenda en aquel tiempo. De ese infierno lo salvó la rebelión de las legiones que dieron muerte al emperador Domiciano y pusieron en su lugar al caudillo Nerva; declarando el Senado Romano nulos todos los decretos firmados por el tirano depuesto. Vuelto a Éfeso, difundió Juan su evangelio, escrito en griego en torno al año 95, después de los ochenta años de edad. Murió en el comienzo del reinado de Trajano, con unos 100 años, y la Iglesia conmemora su muerte el 27 de diciembre.
Destinatarios y motivo:
Juan escribió su evangelio para los cristianos de origen griego. Su fin es proclamar explícitamente, y con más claridad que los Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), que Cristo fue Dios verdadero al mismo tiempo que verdadero hombre: esto es, el abismo más insondable que haya enfrentado el intelecto humano.
Juan se propuso además completar los tres Sinópticos, por lo cual su evangelio contiene más material nuevo. Finalmente, Juan es el evangelista del corazón de Cristo: él lo oyó latir. Por eso el interior de las personas y su carácter está mucho más profundizado en Juan que en los otros tres evangelios.
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Para desarrollar este tema he seguido casi al pie de la letra al irrepetible Leonardo Castellani, en El Evangelio de Jesucristo, obra única y extraordinaria.
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